miércoles, 9 de febrero de 2011

A ti que gritas


Perdona si te molesto, perdona si te desvelo, pero hoy vas a leer mi conciencia. Tú que gritas para no escucharte, tú que proyectas tu rabia en tus frutos, tú, el día de mañana no pidas clemencia, pues la balanza volcará y no habrá quien te devuelva el equilibro.
Tú que criticas sin ver que eres criticable, eso no está hecho para ti. Primero has de mirarte, evaluarte y ver si no careces de aquello que pides a gritos.
Tú que pides respeto sin respetar, que invades espacios con palabras sin detenerte a pensar que aquello no te pertenece, ya no, ya se te escapa de las manos.
Tú que solo sabes con lágrimas defenderte de las acusaciones que proclamas. Tú que deberías saber la grandeza de lo que te ha sido dado; tú que solo desprecias por no ser como tú. Tú, perdona si hoy te escribo, pero quería (des)ahogarte un poco.

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